Cuando alguien se va de nuestro lado, sentimos un inmenso vacío dentro nuestro. Un vacío que creemos no se puede llenar con nada, que es una herida abierta imposible de cerrar. Sentimos que nadie puede reemplazar a esa persona, y es cierto, nada ni nadie puede ocupar el lugar que dejo alguien mas. Nos desesperamos, nos hundimos en tristeza, siempre encontramos un ¿Por qué?, no podemos entender ni permitir eso, se nos hace muy difícil de asumir. Pero no nos damos cuenta que con esa desolación, que nosotros mismos creamos, aumentamos esa sensación de vacío y soledad. Esa herida se puede cerrar, se puede llenar de buenos recuerdos de esos únicos que solo esa persona y uno mismo conocen, de felicidad, de amor. Sabemos que esta vida no es color de rosas, pero ¿por eso nos vamos a ahogar en un vaso de agua? Todo tiene solución, no nos tenemos que dejar caer ni vencer. Aunque esta vida no es rosa, no es necesario que sea negra, podemos hacer que sea lila, celeste... La vida es lo que nosotros hacemos de ella, y depende de nosotros darle ese color del que la queremos ver.
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